Monte o playa

No es una disyuntiva, porque se puede uno ir a la playa por la mañana y al monte por la tarde. Pero hay distinciones sutiles.

A la playa va el ciudadano con el propósito de no hacer nada, como no sea exhibirse o mirar. Algunos hasta se bañan, casi siempre los niños. Al monte se va a echar  una caminata y a comerse una paella en un chiringuito rural, o sólo a circular por caminos y admirar paisajes. La playa es escenario mayormente de vulgo y tal, en cierta manera, y un poco, ¿no? Al monte se suele ir en coche. Solo los atletas van en bici (y del monte solo les importan las cuestas y las curvas). Los naturalistas por afición, algunos ecologistas (la mayoría de los que se pronuncian así son ecologistas de butaca), las familias con padres leídos, grupetes de jóvenes que a veces se dejan la basura entre las breñas, y buscadores de fotos chulas.

Aquí van diez fotos, la tercera es de un monte de Bugarra, cuatro del Camí de Salt del Pi, en Náquera, y cinco de Port Saplaja, todas en la provincia de Valencia. Entre los dos destinos no habrá más de tres cuartos de hora. Feliz fin del verano a todos los hombres y las mujeres de buena voluntad. A los ambiciosos, envidiosos, canallas, soberbios, discriminadores y separatistas, oye, que se apañen con sus fobias.

Fernando Bellón, editor de Perinquiets-Libros

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