Un comentario de Segismundo Bombardier
Hace cincuenta años la Guerra Fría hacía leves estragos en la población de los bloques afectados, que progresaban sin tropiezos. El pato lo pagaba la población de los países descolonizados, cuya esperanza de vida (en todos los sentidos) era escasa y en muchos casos fúnebre. Conocí a un alemán de la RFA que emigró a Australia convencido de que Europa sucumbiría pronto a la guerra nuclear. Se podrían contar por cientos de miles los ciudadanos del primer mundo acogotados por el mismo miedo. Sin embargo, la realización del futuro desmentía sus amargas previsiones. Seguir leyendo