Un artista encumbrado gracias a su dominio manierista, que odia su trabajo y en consecuencia a sí mismo. Su hermano, un cura camino del obispado, que desea a su mujer, y empieza a temerse a sí mismo. La mujer del artista, que aspira a ser la última amante de Picasso, consciente de que Picasso murió décadas atrás. Una becaria de Bellas Artes contratada por el artista como ayudante y modelo. Si no fueran cuatro los protagonistas, podría hablarse de un trío, o de dos, que es lo que sale de todo cuadrado partido por la mitad de una esquina a la opuesta. Algún día un director de cine artrevido (no es errata) descubrirá esta novela y hará una película aspirante al Oscar. Cosa imposible, porque no es un relato woke, salvo un tal Mefistófeles mistificador que aparece mediada la historia.
Una fecha para el Apocalilpsis
Fernando Bellón