Una reseña de Segismundo Bombardier
Un pobre tipo trabaja empleado en una triste empresa de payasos. Tiene una deficiencia mental no se sabe si efecto de la mala vida que le han dado y de su terrible infancia, o porque biológicamente nació así. Los guionistas toman la imagen del payaso maldito de Stephen King, la combinan con la del payaso desgraciado de muchas otras novelas y películas, y sitúan a Joker en el escenario de una ciudad al borde del colapso físico y moral. Todos los personajes son burdos estereotipos. Pero el oficio del director, guionistas y actores, escenógrafos, especialistas en catástrofes digitalizadas y todo el elenco de profesionales de una industria poderosa, nos presentan una película impecable, casi verosímil.